Hoy no traigo foto, no hace falta. Hoy he decidido escribir sobre algo que lleva cerca de un mes rondando mi cabeza.
El mes pasado Jesús Hernández recibió el título de "Maestro Fotógrafo por la Federación Española de Fotografía y de la Imagen", que dicho así suena a mucho pero que, realmente, es más todavía.
El Diario de Cádiz se hizo eco de la noticia (
aquí) y, en ella, el protagonista, que ya en alguna que otra ocasión he señalado como uno de los principales culpables de mi afición a la fotografía, asegura que "Maestro... me viene un poco grande el nombre. Es curioso que reciba esta distinción cuando, realmente, la docencia nunca ha sido lo mío."
Esta frase, más allá de la noticia en sí, me dio bastante que pensar. Es cierto que Jesús nunca se ha puesto delante de un grupo de personas y con una pizarra a sus espaldas para explicar cómo se hacen fotos, pero es que, al igual que no es un fotógrafo como otro cualquiera, tampoco sería un maestro como otro cualquiera.
Nunca me ha enseñado a usar el obturador y el diafragma correctamente, sobre todo porque los que hacemos fotos sabemos que a eso se aprende "jugando" con la cámara y haciendo muchísimas fotos desenfocadas, oscuras, excesivamente claras, etc.
Nunca me ha dicho donde se deben colocar los modelos para que la foto este bien, es más, creo que él tampoco lo sabe, que le sale instintivamente cada vez que aprieta el gatillo y dispara la foto.
Nunca se ha parado a explicarme nada de eso y, sin embargo, es un buen maestro.
Me ha enseñado que, siendo amable, a la gente no le importa que le hagas fotos, aunque no los conozcas; que todas las fotos salen mejor si el/la modelo tiene una sonrisa en los labios; que los detalles pequeñitos pueden dar lugar a grandes fotos; que un día lleno de nubes puede convertirse en un atardecer de película con una cámara de por medio; que uno, si quiere una foto en concreto, se puede subir a donde sea, colarse donde sea y hacer todas las pruebas que necesite.
Tania dice que le copio en sus fotos; Pepe, que para mi es un modelo; yo, que simplemente aprendo de él.
No se qué poder tendré yo para dar un título de este tamaño, pero supongo que el reconocimiento a un buen maestro lo dan sus alumnos, aunque sean, como ocurre en este caso, alumnos de casualidad.
Florencia, 5 de octubre de 2011.
