Desde la Torre Eiffel se observa casi todo París y, cuando anochece, los destellos de las luces indican los caminos de la ciudad que llegan hasta más allá de donde la vista alcanza.
Los trenes son mi medio de transporte preferido, pero la red de metro de ciudades como Madrid, París o Londres me fascinan. Estar en el punto en el que el metro se convierte en tren me llamó muchísimo la atención.
Siempre sobresale, por encima del resto de París, e ilumina un cielo que no tiene estrellas. Así nadie se pierde y marca el camino de vuelta a quien lo hace.